Tinuviel de Celbaros

Info

una elfa de piel lila y cara de bebe

Backstory

Los elfos son pocos en esta edad y parecen volverse cada día más escasos. Con vidas que no parecen tener principio ni final, los nacimientos de los elfos son escasos. Tan contadas son sus poblaciones que, si te molestaras en hacerlo, en una semana podrías aprenderte el nombre de cada elfo vivo.
Y si te molestaras encontrarías que Tinuviel no está en esa lista.
Su historia comienza igual que casi cualquier medio-elfo. Nacida de una elfa en una corte humana, e inmediatamente entregada al mejor postor. En su caso, Tinuviel fue afortunada en ser entregada al reciente regente del Principado de Celbaros, quien decidió criarla como propia.
Sus padres humanos la criaron con la certeza de que ella era una elfa de sangre pura, aunque no era muy difícil encontrar huecos en su historia. En primer lugar, con una natalidad tan baja como tienen los elfos, ¿quién escondería el nacimiento de uno nuevo? Sus padres afirman que es una elfa pero, ¿eso acaso no les combiene? ¿no es una muestra de poder y privilegio tener un elfo en una corte humana? Tinuviel definitivamente se ve como un elfo (aunque su estatura esté dentro de las más bajas), es fácil creer que es uno a primera vista ¿Acaso sus padres se aprovecharon de aquel hecho?
A fin de cuentas eso ya no importa, porque el Principe de Celbaros y su amada esposa están muertos y enterrados desde hace una buena década, y desde aquellos tiempos que Tinuviel no reside a tiempo completo en el palacio que la vio crecer.
Sus padres lamentablemente no tuvieron un heredero de sangre, y el principado pasó a un primo segundo que no sabe apreciar los encantos de Tinuviel. Así que ella se fue por su cuenta a entregar dichos encantos a un público que sepa valorarlos como corresponden. Cosa que... no fue fácil.
Ok, hablando lisa y llanamente, la joven doncella tiene un caracter... fuerte. Ella sabe lo que vale! Por más que el resto del mundo no sepa apreciarlo! Y muchos que no han sabido apreciar sus dotes han sabido temer sus berrinches.
En los años en los que viajó por el mundo, Tinuviel aprendió el valor de ser consiliadora para aquellos que no saben apreciarla de inmediato, ¡pero ojo! ¡que eso no significa lo mismo que dejarse menospreciar! Que la llamen caprichosa si quieren, ella no es alguien que se enrieda con la chusma de una corte de cuarta.

Conexiones

Extra: Tinuviel & Tinuviel

Los objetos mágicos son criaturas caprichosas, y ninguno más caprichoso que el instrumento de un bardo.
El instrumento de un bardo tiene un caracter individual y una relación única con su músico, muchos hasta se rehusan hacer mágia por alguien que no sea su dueño. Lo primero que un aspirante a bardo debe hacer es encontrar un nombre porpio para su instrumento, sin el cual se rehusan a hacer mágia.
Algunos instrumentos son humildes y aceptan cualquier nombre que les dé su bardo, pero el clarinete de Tinuviel es un instrumento particularmente caprichoso.
Fue una herencia familiar, fabricado por las manos de un experto hace ya siglos, cada centímetro del cobre meticulosamente labrado vale más de lo que tu familia entera hace en un año. Un ser tan refinado viene con un ego como lo tienen pocos, de la clase que solo está dispuesto a aceptar un nombre particularmente especial. Y dicho clarinete únicamente responde al nombre de... Tinuviel.
¡Bardo y clarinete comparten nombre! Si vieras a Michael el día que se enteró, casi se cae de un balcón de la risa. Inaudíto, en verdad. Pero al fin y al cabo, tiene muchísimo sentido. Ambas comparten el carácter, la nobleza y hasta las preferencias en la magia. Una sintonía como no se encuentra fuera de los cuentos antiguos.

Extra: El músico

Cuando yo tenía 17 años, llegó al palacio un músico.
No recuerdo exactamente por qué había llegado esa noche al palacio, ni a quién tuvo que convencer para que lo dejen presentarse esa noche frente a la corte. Pero recuerdo esa noche, sentada junto a mis padres, escuchando su música.
Aún recuerdo de maneda vívida la reacción de mis padres, y es porque, en ese momento, no la comprendí.
Mis padres siempre fueron honestos conmigo. Nunca me mintieron, nunca me escondieron nada. Viví con una transparencia absoluta de su parte, y hasta ese momento creía conocer cada rincón de sus mentes. Esa fue la primera vez que ví en ellos algo que yo no entendía, y debo admitir que me afectó profundamente.
La canción del músico no era particularmente complicada, él mismo me la enseñó poco después.
La estructura melódica era simple, pero no por eso menos hermosa. La letra hablaba de las flores de primavera, tan hermosas en su color y dulce en su perfume como es corta su vida. A través de los años traté de buscar un significado más profundo, supongo que realmente es una metáfora de un corto romance, pero aún no sé si hay allí algo más que no estoy viendo. No puede ser solo eso.
Con todo eso, nunca terminé de comprender qué oyeron mis padres esa noche.
Mamá sonreía placidamente, una sonrisa relajada como pocas veces había visto. Pero sus ojos cargaban una tristeza desconocida. Miraban a la nada, como si frente a ella no viera al músico, ni al resto de la corte, ni el salón que rodeaba todo ello.
Luego de leer la carta que le dejó a Falka, me pregunto si era a ella quién veía esa noche. Si la canción la llevó a su juventud, a una academia y un romance del que ella nunca me habló.
Y Papá...
Como la mirada de Mamá se perdía en la nada, la de Papá estaba fija en aquel músico. Casi parecía que estaba disfrutando profundamente de aquella canción únicamente, pero su mirada tenía una... intensidad que nunca terminé de entender.
Oí los rumores, por su puesto. En mi vida lo que más hice fue escuchar rumores estúpidos.
La historia con la que crecí es la que todos escucharon. Había una vez un matrimonio arreglado, al que ambas partes se oponían hasta que finalmente se conocieron y se enamoraron a primera vista. Mis padres se amaban profundamente, ese no es un cuento es la verdad. Se tenían el mismo profundísimo cariño que me teían a mí. Y aun así.
No importaba que tan grande o lujosa era la habitación principal que ocupaba Papá, Mamá no dormía allí, si no que dormía sola en la habitación contigua. Siempre caminaban juntos, hablando como si las palabras nunca se acabaran, pero nunca los ví compartir un solo beso.
Nunca lo cuestioné. Realmente cualquiera sería estúpido de cuestionar su amor.
Pero los rumores nacían de cualquier modo, despreocupados de conceptos como la evidencia, la decencia, el sentido común y hasta el de autopreservación.
Así que cuando Papá insistió en que aquel músico se quede más tiempo en el palacio, inmediatamente los rumores empezaron a hablar de motivos e intenciones secretas que El Príncipe tenía para retrasar su despedida.
Aunque, poniendolo así, algo de razón tenían esos rumores, después de todo Papá tenía un motivo especial para hacer que ese músico se quede.
La mañana siguiente, ese hombre se convitrió en mi maestro de música.