Sesión 1: Entre Escamas y Fuego

En el dia vigésimo segundo del Tiempo de Flores del año 1274 del calendario del Consejo Deliberante, cinco destinos se entrelazaron frente a un mismo mal.
No se buscaban, ni confiaban unas en otras.
Cada una llegaba con su propia herida, su propio nombre y una historia inconclusa.
No fueron reunidas cono heroínas, si no como prisioneras; obsevadas bajo la sombra de la Orden del Primer Fuego.
Pero la historia no siempre comienza con gloria. A veces comienza en cautiverio. A veces comienza cuando no queda otra opción que resistir.

Resumen de la sesión

En las sombras del bosque que rodea el campamento, se mueve Phyris.
Una querida amiga suya había sido secuestrada unos días atrás, por un grupo que se hacía llamar la Orden del Primer Fuego. Interrogando a unos de sus miembros, ella descubrió que su amiga estaba prisionera en el campamento que tenía frente a sus ojos.
El campamento estaba dentro de una gran depresión en el suelo, con laderas escarpadas que impedían el paso hacia fuera; excepto por un pasaje que servía de entrada principal al campamento, en el extremo Oeste de la depresión. Dos altas torres vigías estaban apostadas allí, una en la entrada y otra en su extremo opuesto. Y entre medio de ambas se veían pequeñas chozas desparramadas en el hueco, conformando el campamento en sí. Alrededor habia pequeños parches de bosque, uno de ellos escondiendo a Phyris.
Phyris no sabía porque habian llevado allí a su amiga, pero no estaba dispuesta a esperar por la respuesta.
Abajo, en el centro del campamento, los prisioneros precenciaban la asignación de tareas a los recién llegados. Tres personas estaban paradas en el centro del grupo de gente, una de ellas recibiendo una golpiza.
Falka se resistió a sus captores una y otra vez, esta vez ganandose poco más que una patada en la cara y la mirada curiosa de los prisioneros que la rodeaban. No era una figura que se veía todos los días, una elfa con cuernos; como si el resto de su apareincia llamara menos la atención. El guardia que le había pateado, le asignó a ella la tarea de cortar leña para el campamento e indicó a los demás prisioneros que se retiren a sus labores diarias.
En esas filas, observando el espectáculo, están el resto de nuestras protagonistas.
Cerca del fondo se movía una figura encapuchada. Lin era una prisionera, por supuesto. Pero no era una prisionera como todos los demás. Ella caminaba sin cadenas, con menos vigías a su alrededor. Un privilegio que ya estaba usando al máximo.
Lin había pasado allí una semana y cada segundo libre lo usó para reunir toda la información posible del campamento.

Killcount